Del Gansta Rap al Black Lives Matter
Tercera parte (de tres más un epílogo) sobre la música en el activismo.
A la par de que los movimientos sociales iban retrocediendo del espectro global para irse afianzando en lo local/nacional y las anti-cumbres comenzaban a ser sofocadas por las ONGs, la mayoría de ellas con una estructura jerarquizada y una agenda de acción que venía dictada por agencias internacionales y/o fundaciones con relaciones estrechas con gobiernos del Norte Global y corporaciones transnacionales, en la música que hasta ese momento había acompañado a las protestas, las barricadas, las manifestaciones también comenzaba a convertirse en una anécdota de una generación en lucha –lxs hijxs bastardxs de la generación x- que había perdido el rumbo ante la oenegización de sus demandas y la captación de la industria de toda su cultura alternativa.
Muchos de los músicos que en esos años que en su momento fueron referentes de la crítica y la petición de justicia, comenzaron su debacle convirtiéndose –igual que muchas ONGs- en voceros de los gobiernos de la izquierda clásica, quien fue la que mejor supo aprovechas esos días de revuelta para su propio beneficio. Ellos comenzaron a venderse como la alternativa al neoliberalismo y muchos músicos antaño críticos cayeron en la trampa –o tal vez estos gobiernos siempre fueron la alternativa que ellos deseaban-. En esos años comenzó a verse a gente como Fermín Muguruza o Tom Morello apoyar abiertamente la dictadura del régimen encabezado por Hugo Chávez, a la par de reivindicar la dictadura de la burguesía roja en Cuba, pareciera que muchos de ellos habían perdido la brújula a la par de que el Movimiento por la Justicia Global comenzaba a ser fagotizado por estos gobiernos, dejando de ser una amenaza real para convertirse voceros de las injusticias disfrazadas de izquierda, a lo mucho como paso con el anarcopunk, convirtiéndose en parte del autoconsumo donde la crítica y las resistencias se mantienen sin salir de sus pequeños círculos.
Para el 2010, a nivel comenzó a gestarse un nuevo movimiento que tenía como peculiaridad, la falta de una estructura global –aunque las resistencias locales, eran muy similares en todos los países- pero que las demandas y las razones que los llevaron a las calles eran las mismas: la precariedad en educación, laboral, sanidad entre otras que se dieron en muchas ciudades del mundo, donde cientos de jóvenes tomaron las ciudades para exigir justicia. Acá también aparecieron los oportunistas que aprovecharon la falta de –digamos- una estructura definida para jalar agua a su molino, pero estos movimientos desarticulados en lo global y muy organizados en lo local lograron dar batalla que solo fue detenida en tiempos de pandemia por el COVID-19.
Estos movimientos tuvieron su mejor momento en octubre del 2011, cuando de forma organizada todos los grupos locales hicieron una movilización masiva que repercutió a nivel global, fue así como las Primaveras Árabes, los Indignados en Francia, el 15M en España con distintas células en todo el Estado Español, los Ocuppy en Estados Unidos y todo lo que se formó alrededor de la iniciativa “Democracia Real” se convirtieron en un movimiento con las mismas demandas, pero con distintas formas de afrontar sus resistencias.
En estos años, la música que acompaño estas resistencias cambio, dejando atrás el Punk, el Rock, para darle paso al Rap como la música de las barricadas, donde era común el Freestyle de la cultura Hip-Hop como parte de las formas de propaganda y divertimento. Los cambios no solo eran en la forma de organizarse, sino incluso a nivel social, comenzaban a darse otras formas de difundir el mensaje y las luchas.
Si bien desde la década de los setenta, la cultura Hip Hop ya tenía algunos MC’s que tocaban temas políticos o con una crítica social en sus canciones, incluso algunos eran simpatizantes o miembros del partido Pantera Negra, como The Last Poet o Gill Scott Hero, e incluso en los noventa y en pleno nacimiento del Movimiento por la Justicia Global, MC’s como Public Enemy, Queen Latifah, Paris, Tupac Shakur tenían una postura crítica ante el sistema, principalmente norteamericano, de cierta manera lo que prevaleció pues es lo que la industria vendía más allá del gueto, era lo que a la postre se conocería como Gansta Rap, el cual contribuyo –y contribuye- a mantener ciertos clichés y señalamientos hacia los guetos y las clases más empobrecidas por el sistema. Esto no solo en Estados Unidos, una vez que inició la industrialización de esta cultura, la venta fue global, así como los MC’s representantes de las pandillas y la violencia.
El Gansta Rap se convirtió en el género hegemónico de la cultura Hip Hop en esas décadas, ahogando cualquier intento de músicos por hacer una crítica social, con pocas excepciones, en su mayoría los MC’s Gánsters que si bien, si hablaban de una problemática social, conforme la industria los explotaba iban perdiendo la coherencia entre lo que cantaban y como actuaban. Pocas excepciones lograban mantenerse alejados de la industria usando su arte como difusión y critica al sistema.
Para inicios del silo XXI, el Rap tiene otra mutación mezclándose con el Metal y otros géneros como lo había hecho Rage Against the Machine en los noventa, pero sin la actitud activista de estos últimos y aunque duro poco, la industria de nuevo comercializo un sentimiento de rabia, molestia, desengano para convertirlo en un producto, hasta que las resistencias de este siglo comenzaron a tomar forma y el Rap fue la vía musical para difundir las ideas y las resistencias.
Desde Madrid hasta Oakland, el Rap y toda la cultura del Hip Hop, que al igual que el Punk tenía en el Hazlo tú Mismo su mejor aliado de difusión comenzó a ser la música que no solo musicalizaba las protestas en las calles, sino también protagonizaba las fiestas de las resistencias con el Freestyle que las acompaña.
Una de las características de estos movimientos es que de pronto parecían reciclar algunas bandas y/o canciones de otras décadas; los recuerdos del movimiento estudiantil en Chile cantando “el baile de los que sobran” es de los que más está presentes o los Rage Against the Machine que ya fuera con Zach de la Roca como MC o los demás miembros armando el combo de Prophets of Rage, estuvieron ahí musicalizando momentos de lucha. Aún recuerdo haber visto a Tom Morello junto a Ben Harper cantar en el Zucotti Park en plena acampada de los Ocuppy Wall Street, lo que nos hace pensar que incluso para quienes estuvimos involucrados en el Movimiento por la Justicia Global, estas nuevas luchas en algún momento fueron representativas de algo. También recuerdo la fiesta en Ontario en el 2010 a ritmo de los Subhumans.
En Madrid junto al 15M surgieron bandas que además de cantar eras participantes activos de las acampadas, como Pablo Hasel –aun preso por sus canciones contra el Rey de España-, H Kanino y por supuesto el combo que surgió de la unión entre el grupo de Hardcore Habeas Corpus y los raperos de Los Chikos del Maíz, lo que era una muestra de que el Rap había logrado trascender más alla del Gansta Rap hacia la protesta social, reafirmándose con el movimiento Black Lives Matter el cual fue musicalizado casi en su totalidad por el Rap.
La evolución de la música de protesta ha sido constante al menos en los últimos dos siglos, pasando por Joe Hill, Corral Durrutti, Neil Young, Subhumans, Crass, Tom Morello hasta llegar a Paris, Riot Propaganda y muchas otras bandas que mantienen en la música el mismo sentimiento de resistencia, a pesar y teniendo en contra a la industria de la música que intenta comercializarlo, empaquetarlo y venderlo como rebeldía juvenil.
Marzo 2025
Desde las fronteras con Elisyum
Sobreviviente de Ankh-Morpork, activista, escritor, traductor, anarquista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Desde hace años construyo una caja de herramientas para sobrevivir.
A veces viajo a Mundodisco